El acoso psicológico se da en el trabajo, entre amigos, familiares o en pareja e implica ciertas actitudes insanas, dañinas e inmaduras. Cuando alguien insiste en establecer unas reglas básicas (por ejemplo de convivencia, de equipo, de rutinas de familia...) pueden suceder ciertos comportamientos abusivos. Si una persona no permite que otros ayuden y colaboren eso genera abuso.
Negación aunque se den cuenta de los esfuerzos cuidando un orden.
Insistir o “machacar” a alguien en una acción para generar culpa.
Ignorarlo, controlarlo o hipervigilarlo cuando se expresa su necesidad.
Evitar coincidir o no en su presencia, no invitarlo a reuniones celebración.
Permitir comentarios maliciosos o ridiculizantes.
Gritos, amenazas, acusaciones o juicios de valor sin fundamento.
Si los otros no desean ayudar colaborar esa persona no ha de cargar con más de lo que pueda. Fruto de malograr sus recursos (tiempo, energía, dinero, conocimiento, aptitudes...) se va desconectado de sí mismo. Es, una inercia identitaria ir considerándose una víctima, o el chivo sacrificandose para no sentir ese maltrato y sus múltiples grados, matices e intensidades. Se pierda el auto valor y se busca la validación externa nublandose una perspectiva de los límites saludables a su entorno.
En sistémicas organizacionales familiares o de algunas empresas... se dan unas lealtades invisibles y creencias limitantes y mandatos que sirvieron al sistema familiar o al organigrama en algún momento para sobrevivir...
Ahora solo has de ver en tu árbol quién fue víctima, salvador o perpetrador y que reproduces tú y tu familia.
Ana Swaran.
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