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EL CANTERO.


Nos pasamos la vida opinando, comparando, percibiendo erroneamente.

Sesgamos la realidad al filtrarla a través de nuestras experiencias, creencias, valores , ideas … Lo que se ve o siente en el otro es algo propio, o por exceso o por defecto.

Es un espejo de lo no solucionado o integrado en nosotros mismos.


Lo exterior nos refleja en nuestras cualidades y en nuestras limitaciones. Lo necesitamos para que el observador pueda observarse. Cuando nos aceptamos y amamos tal y como somos, total y profundamente podemos comenzar a amar y permitir ser al otro tal cual es. Os dejo con este cuento zen muy antiguo y plenamente vigente.


Swaranita, 23 Noviembre 2017.


«Había una vez un cantero que estaba insatisfecho consigo mismo , con la vida. Un día pasó por la casa de un rico comerciante. A través de la entrada abierta, vio muchas finas posesiones e importantes visitantes. “¡Cuán poderoso debe ser el comerciante!”, pensó el cortador de piedra. Deseó que pudiera ser como el comerciante. Para su gran sorpresa, se convirtió repentinamente en el comerciante, gozando de más lujos y poder de lo que siempre había imaginado,


Pronto un alto funcionario pasó cerca, acompañado por asistentes y escoltado por fueraz de seguridad. Todos, sin importar cuan rico, tenían que hacer una reverencia ante la procesión. “¡Cuán poderoso es ese funcionario!”, pensó. “¡Deseo que pudiera ser un alto funcionario!”. Entonces se convirtió en el alto funcionario.


Levantó la mirada al sol. Brillaba orgulloso en el cielo, no afectado por su presencia. “¡Cuán poderoso es el sol!” pensó. “¡Deseo que pudiera ser el sol!”. Entonces se convirtió en el sol, brillando sobre todos.


Pero una enorme nube negra se interpuso entre él y la tierra, de modo que su luz no pudo brillar más sobre todo allá abajo. “¡Cuán poderosa es esa nube de tormenta!”, pensó. “¡Deseo que pudiera ser una nube!”. Entonces se convirtió en la nube, inundando los campos y las aldeas, Pronto descubrió que estaba siendo empujado lejos por cierta gran fuerza, y se dio cuenta de que era el viento. “¡Cuán poderoso es!”, pensó. “¡Deseo que pudiera ser el viento!”.


Entonces se convirtió en el viento, llevándose tejas de los techos de las casas, arrancando árboles, temido y odiado por todos debajo de él. Pero después de un rato, se izó en contra de algo que no movería, no importa cuan fuertemente soplara en contra de ella, una enorme y altísima roca. “¡Cuán poderosa es esa roca!”, pensó. “¡Deseo que pudiera ser una roca!”.


Entonces se convirtió en la roca, más poderosa que nada más en la tierra. Pero mientras estaba parado allí, oyó el sonido de un martillo golpeando un cincel en la dura superficie, y sintió que estaba siendo cambiado. “¿Qué podría ser más poderoso que yo, la roca?”, pensó. Bajó la mirada y vio lejos debajo de él, la figura de un cantero.»






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